El hormigón es el material más consumido en el mundo después del agua. Debido a que ya nos rodea en el entorno construido, los investigadores han estado explorando la idea de usar hormigón para almacenar electricidad,  convirtiendo esencialmente edificios en baterías gigantes.

La idea ha ido ganando terreno a medida que dependemos cada vez más de la energía renovable del viento y el sol: las baterías recargables son necesarias cuando el viento no sopla o cae la noche, pero, irónicamente, a menudo están hechas de sustancias tóxicas que distan mucho de ser ambientalmente amistosas.