El proceso de obtención de un combustible sintético es complejo, pero merece la pena, porque permite recortar las emisiones de CO2 hasta un 85% frente a la gasolina tradicional.
El ahorro se refiere al ciclo completo, lo que se conoce como del pozo a la rueda, es decir, desde que se extrae y produce el carburante hasta que se distribuye y consume en los vehículos.