La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que tiramos 1.300 millones de toneladas de alimentos al año. Si trasladamos este dato al terreno económico, estamos hablando de alrededor de un billón de euros, además de los 700.000 millones de euros que supone este desperdicio alimentario en costes ambientales y aproximadamente otros 900.000 millones de euros en costes sociales.
Los ciudadanos de los países desarrollados somos los primeros derrochadores de comida en la cadena alimentaria, ya que el 53% del desperdicio proviene de los hogares, seguido por el procesado de alimentos (19%) y los servicios de catering y restauración (12%). Algunos de los hábitos alimentarios actuales como comprar más comida de la que se necesita, raciones excesivas en los platos, tirar las sobras a la basura, hacer una mala conservación de los alimentos o tirar los productos envasados cuando ha pasado su fecha de consumo preferente, aunque no la de caducidad, contribuyen a estas desorbitadas cifras actuales del desperdicio de alimentos en la Unión Europea.