No existe contrapunto suficiente a la imagen de un bosque devorado por las llamas, pero la llegada de cuadrillas de tierra y la aparición en el horizonte de helicópteros y aviones acudiendo a sofocar un incendio puede ser un buen intento. En especial la imponente presencia de los míticos Canadair y Bombardier con sus llamativos colores y con su panza poderosa que nos sugiere la estampa de un barco con alas. Su característica e inconfundible cromática es utilizada en la mayoría de los países para este tipo de aparatos y la coincidencia con la de la bandera de España tiene su lógica, si recordamos que esta, en su origen, era el pabellón distintivo de la Armada española y que en su elección se buscaba el facilitar la identificación de los buques en alta mar.
Los incendios forestales se han convertido en una trágica realidad que incomprensiblemente debemos asumir con impotencia cada año cuando se aproxima el verano.
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