El transporte público eléctrico produce una menor contaminación atmosférica, lo que contribuye a mejorar la calidad del aire. A la vez, reduce considerablemente la contaminación acústica, puesto que los ruidos producidos por la combustión del motor desaparecen, pasando a emitir un sonido casi imperceptible.
Por otra parte, el transporte público eléctrico se beneficia, también, de una gran suma de ayudas y subvenciones por parte de las administraciones públicas, que buscan consumir una energía más ecoamigable. Y es que este tipo de transportes consumen energías generadas a través de fuentes renovables, como son la energía solar, la eólica o la hidráulica.
En 2018, la Empresa Municipal de Transportes de Madrid (ETM) decidió incorporar los primeros 15 autobuses eléctricos a su flota. Solo unos meses después, añadió 18 minibuses y, en 2020, otros 35 autobuses eléctricos. Actualmente, más del 50% del total de viajes en transporte público que se hacen en la Comunidad de Madrid se realizan a través de vehículos eléctricos, lo que supone una reducción de emisiones de más de un millón de toneladas de CO2 al año.
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