Lo que se ha descubierto en el presente estudio es que, además de conocer sus propios nombres (algo que solemos asociar a los perros), los gatos también parecen reconocer los nombres de otros congéneres con los que están familiarizados, así como los nombres de las personas que viven en el mismo hogar. Parece ser que no son tan distantes y “despegados”, como podemos pensar en un principio.
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