El mercado de segunda mano está comiendo mucho terreno en los últimos años a todos los niveles, En Francia esta práctica se extiende a todas las clases sociales, no llevan intrinseca la idea de gastar o comprar nuevos productos para aparentar. 

Otro ejemplo es Suecia, están a la cabeza de Europa en cultura medioambiental. Ellos crearon en el 2015 el primer centro comercial de productos reciclados. E inventaron el concepto de “vergüenza de viajar en avión” (flygskam, en sueco) así como la “vergüenza de comprar ropa nueva” (köpskam, también en sueco), ambas motivadas por el impacto negativo de estas dos actividades sobre el medio ambiente. ¿Llegará esa vergüenza sueca a instalarse definitivamente también por nuestros parajes?

La segunda mano es realmente una escapatoria muy digna para poder proveerse de lo necesario sin castigar aún más al planeta. Los datos cantan: en 2020 la compraventa de segunda mano ahorró en España en CO2 el equivalente a dejar Madrid sin tráfico durante siete meses o al total de emisiones de CO2 de una ciudad como Santander o Logroño.

Y el ahorro no solo se contabiliza en emisiones contaminantes sino en todos los recursos, que son a menudo escasos y caros, y que no van a ser aún más sobreexplotados, puesto que se reutilizan productos ya existentes. En concreto, en España la economía de segunda mano permitió el año pasado ahorrar tanto plástico como el utilizado para fabricar las bolsas que circulan en 1,3 años