La ubicación, el riego y la siembra de las plantas son cuestiones clave que se tienen que conocer antes de arrancar un espacio verde donde poder cultivar vegetales y flores en el hogar.

1 . Elegir una mala ubicación

Es mucha la ilusión que hace llegar a casa con una nueva planta entre las manos, pero al colocarla en una maceta o jardinera enseguida surge la cuestión de dónde ponerla. Tal vez un balcón, una ventana o un punto del jardín o de la terraza, algún lugar en el que reciba la luz del Sol que necesita para hacer la fotosíntesis. Hasta ahí, todo bien. El error está en colocar la planta en un punto de la casa sin pensar en las necesidades de luz de esta.

2. A cada planta, su espacio

Es normal querer aprovechar las macetas o jardineras que ya están en casa, pero hay que tomar en consideración el tamaño de cada una. Hay plantas, como la lechuga, que crecen en espacios pequeños, y otras, como el calabacín, que necesitan decenas de litros de sustrato para poder dar fruto. “Lo que más falla es no proporcionarle a cada planta el volumen que necesita”, afirma Ester Casanovas, autora de Hortelanos de ciudad (Ediciones invisibles), un pequeño manual que ha ayudado a muchos advenedizos urbanitas en sus cultivos de balcón. ”En una sola jardinera no puedes poner dos tomateras”, suele aclarar Lucía Frere a sus clientes. La moraleja es que, antes de decidir plantar o sembrar una especie concreta, hay que comprobar cuántos litros de sustrato harán falta para que se desarrolle totalmente.

3. Sembrar fuera de estación

Otro fallo muy habitual fruto de la falta de planificación es sembrar hortalizas fuera de temporada. Con una sencilla búsqueda online se pueden encontrar tablas y gráficos que ilustran los meses de siembra de cada planta. No es posible recolectar muchos tomates en invierno, es un fruto de verano, así que lo ideal es sembrarlos a principios de primavera, con la suficiente antelación.

Sin embargo, hay plantas que se pueden sembrar y cosechar durante todo el año. Por ejemplo, aquellas cuyas hojas se comen, como la lechuga o la rúcula, o algunos frutos de raíz como la zanahoria y el rábano.

4. No llenar los contenedores con sustrato al máximo

No es raro pecar de tacañería con el sustrato. La tendencia general es dejar varios centímetros entre la superficie de la tierra y el borde del contenedor. Es uno de los errores que Casanovas cita en su libro. “Llena los contenedores hasta arriba y deja solamente un centímetro libre para que el agua no rebose al regar”, recomienda.

5. Sembrar demasiadas semillas sin distancia entre ellas

Este es un tropiezo propio de los principiantes más pesimistas. Para multiplicar las posibilidades de que las semillas broten, el impulso es sembrar mucho en poco espacio, sin dejar separación. Luego brotan más de las previstas y empiezan a crecer atropelladamente. Para evitar esto, lo mejor es depositar muy pocas semillas en cada hueco, distanciándolas. Una planta puede necesitar más margen que otra. Cuando el sustrato está húmedo es más sencillo controlar dónde colocarlas.

En un mismo contenedor solo se deben colocar plantas compatibles entre sí. Algunas combinaciones son beneficiosas; otras, no. Lucía Frere, de Cultivando, lanza ideas. “Hay plantas que compiten por los mismos nutrientes, sobre todo si son de la misma familia”, explica. “Tampoco es conveniente plantar guisantes y ajo, ni dos solanáceas juntas, pero sí puedes combinar el tomate con el ajo, o el puerro y la zanahoria, que ahuyentan mutuamente a sus plagas.”

Este error viene del ansia por sembrar solo cosas de comer. No todo en el huerto tiene por qué ser de consumo humano, es aconsejable incorporar flores al vergel. “El mundo de las flores es siempre un aporte”, comenta Frere. “Atraen polinizadores, ahuyentan plagas o bien las atraen hacia sí y evitan daños en los frutos”.

6. Cuidar de la misma manera todas las plantas

No todas las plantas se deben regar igual. Presentan distintas necesidades en función de su especie, la fase en la que se encuentren y la estación del año. Las solanáceas son más exigentes con el agua, no solo en la cantidad, también en la constancia. Frere advierte frente a posibles fallos en los sistemas de riego por goteo. Hay que ser constantes en la frecuencia de riego y elegir el mejor momento del día, que suele ser al amanecer o al anochecer.

Este cuidado con el riego debe hacerse extensivo a la luz y al abono.

7. Subestimar el abono

Muchos aspirantes a hortícolas no le dan importancia a este factor que es, sin embargo, fundamental a la hora de proveer a la planta de nutrientes que le van a ayudar a florecer y a dar frutos. Existen distintos tipos de abono. Lucía Frere aporta un consejo muy útil a la hora de elegir bien: “Los más comunes para el huerto urbano son el humus de lombriz y el guano, pero también es muy importante que la tierra con la que empiezas a sembrar sea de calidad y tenga muchos nutrientes, algo que suele fallar”.